Jeremy Bentham era un sobrio filósofo inglés, que a los 4 años hablaba Latín y a los 12 entró a Oxford (donde no había ingreso irrestricto, just in case...). El amigo Smith nunca había aclarado como era que el interés propio, que según él era el motor de la economía, se transformaba en decisiones económicas concretas. Jeremy argumentó que la búsqueda del interés individual se hacía mediante un calculo racional que evaluaba el placer y el dolor de cada decisión alternativa y seleccionaba la que maximizaba el placer o minimizaba el displacer. A esa medida del placer y displacer le puso el nombre de utilidad. Esta idea prendió como fuego en los círculos intelectuales de su época y dio origen al utilitarismo, que se pone de moda tantas veces como sale. Los utilitaristas argumentaban que las sociedades se debían organizar de manera de maximizar la utilidad (felicidad) colectiva, una idea que parece más zonza de lo que realmente es, en especial al pensar los detalles del como.
Medio siglo después de Bentham, Hermann Gossen, alemán y estructurado, propuso la ley de las utilidades marginales decrecientes: así como habían para Turgot rendimientos decrecientes a mayor producción, también habían utilidades decrecientes a mayores consumos. Esta ley tiene por consecuencia que la demanda disminuya con el precio, y combinada con la de Turgot implica que el mercado tiene un mecanismo natural de regulación de oferta y demanda, el precio.
Con esto, los clásicos se dieron por satisfechos, pero dejaron sin responder una pregunta importante: para un commodity dado, con una curva de utilidades conocida y dado un cierto proceso productivo, ¿cuál debería ser el precio de ese bien? ¿Cómo podemos predecirlo?...
Y entonces llegaron los marginalistas
1 comentario:
Estoy de acuerdo contigo. El sentido de esta serie de posts es terminar haciendo una crítica (ligera y desinformada, en mi caso) a las escuelas económicas tradicionales (clàsicas, marxistas, estrucutralistas, etc etc etc). Crítica basada no tanto en los detalles de sus puntos de vista sino en la estructura conceptual sobre las que basan sus teorías, que me parece se basa en una forma de analizar la realidad que no es la más apropiada para el tipo de fenómenos que intenta explicar la economìa. Y de allì la incomodidad que genera en expertos y legos, la gran diversidad de escuelas que ven hasta lo más básico en formas opuestas, y la general trivialidad de las conclusiones a la que se llega luego de un par de siglos de desarrollo teórico. Quizás sea porque se trata de una cienca má o menos nueva, pero la biologìa tambié lo es y ha avanzado mucho más.
Creo que el Darwin, el Planck, el Mach, el Mendel, el Einstein de la economìa aún no ha aparecido....
PS: los autores que menconas a los que conozco en menor medida, tienen puntos de vista originales pero tampoco han podido generar un modelo de entendimiento de la realidad satisfactorio para mi gusto, en particular porque muchos de ellos vivieron en `pocas en las que este tipo de ideas aún eran muy incipientes
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