Ilusos del mundo, amigos de la intervención estatal y de gobernantes con problemas de actitud, sépanlo: no hay nada más cobarde que el capital (podemos comentar un rato largo las razones de esto, imbuidas en el core de la naturaleza humana por el proceso evolutivo, pero eso da para otro post).
Como el capital es cobarde, hay que ayudarlo a que tome valor y se venga, que lo queremos. Y el capital fugado, aparte de cobarde es desconfiado, porque ya ha visto varios ciclos de esperanza y desencanto, varias expropiaciones, varias arbitrariedades etc. O sea, es más difícil hacerlo volver, por lo de quemarte con leche, y ver la vaca y llorar.
Entonces no le podemos pedir peras al olmo. Pidámosle peras, y vivamos con eso, que es lo que hay. Si no, nos quedaremos sin peras y sin nada.
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