viernes, agosto 04, 2006

Algo más sobre la verdad

(1) Todos los hombres son mortales.

(2) Fidel Castro es un hombre.

por ende:

(C) Fidel Castro es mortal.

Este es un ejemplo clásico de un argumento que es claramente correcto. Pero ¿qué quiere decir correcto aquí? De movida, que las premisas, (1) y (2), soportan la conclusión, (C), en el siguiente sentido: si las premisas son verdaderas, entonces la conclusión debe serlo. En otras palabras, que es imposible que las premisas sean verdaderas y la conclusión sea falsa, lo que impica que la verdad de las premisas conlleva a la verdad de la conclusión. Esto se conoce como validez .

Este argumento es más que solamente válido, dado que las premisas son realmente verdaderas. Supongamos que Fidel en realidad no es un hombre, sino una mujer que de pequeña se ha vestido y comportado como hombre. Una de las premisas, (2), sería falsa. Sin embargo, todavía podríamos decir que si las premisas hubieran sido verdaderas las conclusiones habrían sido también verdaderas. Entonces, este argumento no sólo es válido sino que cuenta con premisas verdaderos y por ende es robusto. Es un argumento válido y robusto.

Los argumentos válidos son conocidos como argumentos deductivos. Estos son muy importantes en el proceso de adquirir conocimientos dado que nos permiten expandir nuestros conocimientos. Con conocer las premisas del argumento descripto arriba uno puede inferir una conclusión y al hacer eso ganar conocimiento de una nueva proposición. Es más, un argumento válido que no posea premisas reales, y por ende no sea robusto, puede ser sin embargo epistemológicamte útil. Si tengo razones para creer las premisas de un argumento válido, entonces en muchos casos tengo justificación para creer en las conclusiones de dichas premisas. Esto es así aún si una de las premisas, sin que yo lo sepa, es falsa, lo que implicaría que la conclusión también podría serlo (y por ende no sería conocimiento). Entonces, aún si un argumento deductivo no siempre extiende el conocimiento, típicamente extiende a nuestras creencias justificadas.

Pero no todas las inferencias son deductivas. Miren:

(1) Muchos políticos han implementado controles de precios pero nunca hemos visto que hayan tenido éxito en controlar la inflación.

Por ende:

(C) Ningún control de precios sirve para controlar la inflación.

Este argumento claramente no es deductivo, dado que es totalmente posible que haya un ejemplo de control de precios que no conocemos y que sea capaz de controlar la inflación. Pero dado que hemos observado un montón de controles por una pila de años en una gran variedad de lugares, entonces parecería que esta es una inferencia legítima. Este tipo de razonamiento no deductivo se conoce como inducción.

Para la deducción es obvio por qué el razonamiento es legítimo, dado que las inferencias deductivas preservan la verdad (si tus premisas son verdaderas, podés estar seguro que tu conclusión también lo será). En esos casos uno puede ir directamente del conocimiento de las premisas al conocimiento de la conclusión. Esta defensa no funciona para la inducción, porque uno podría conocer las premisas y sin embargo que la conclusion sea falsa, o sea, podría carecer del conocimiento de la conclusión. Por ejemplo, si un control de precios desconocido funcionara, nuestra inferencia estaría equivocada

Sin embargo, el caso es que los buenos argumentos inductivos (i.e. los que hacen inferencias a partir de muestras grandes y representativas), como los argumentos deductivos, típicamente amplían nuestras creencias justificadas. Si estoy justificado en creer en la premisa, (1), del argumento inductivo anterior, entonces estoy justificado en creer en sus conclusiones, aún si, como bien podría ser, la conclusión fuera falsa. La razón de esto es que los buenos argumentos inductivos, aunque no tienen premisas que abarquen a sus conclusiones, sí tienen premisas que hacen que la conclusión sea probable. Por eso son formas muy útiles, aunque falibles, para obtener creencias verdaderas y por ende extender nuestro conocimiento y nuestras creencias justificadas.

No todos los argumentos no deductivos tienen la misma forma como el que acabo de mencionar. Más que ir de una muestra grande y representativa a una conclusión no acotada, algunos argumentos no deductivos pasan de un sólo fenómeno observado a una explicación de dicho fenómenos, en general a través del uso implícito de algún tipo de premisa de conexión. Miren la siguiente inferencia:

(1) Se da poca información sobre la salud de Castro.

Por ende:

(C) Castro está muy grave.

Esto parece un razonamiento claramente legítimo. Es más, tal como en las inferencias inductivas analizadas antes, la premisa claramente no contiene a la conclusión, como sería en el caso de un argumento deductivo. Sin embargo, y acá está la clave, este tipo de razonamiento no apela a un grupo grande y representativo de observaciones. Este estilo de argumento, conocido como abducción, parte de una observación única de un fenómeno y llega a la mejor explicación del mismo. Por eso a veces se lo llama inferencia a la mejor explicación.

Antes de poder evaluar este tipo de razonamientos, vale la pena un par de comentarios. Aunque parecería que las inferencias abductivas son en general tan desoladas como la que acabamos de plantear, reflexionando sobre ella vemos que hay más contenido implícito. O sea, inferimos que Castro está muy mal por todo lo otro que sabemos sobre la probabilidad de que no se den noticias sobre él y que su salud esté mejorando. Si, por ejemplo, estuviéramos en un mundo sin telecomunicaciones entonces sería menos probable que hubiéramos inferido (C) de la observacipon contenida en (1).

Una vez que explicitamos este elemento de la inferencia abductiva, sin embargo, empieza a parecer a una versión resumida para expresar un argumento inductivo. Esto es, inferimos del hecho de que no se de noticias sobre Castro que Castro esta mal, porque sabemos, de experiencias previas, que hay una regularidad observada entre el silencio comunicativo de una dictadura y las malas noticias que se trata de ocultar con ese silencio.

Pero...no todas las inferencias abductivas pueden ser consideradas como inferencias inductivas disfrazadas. Imaginen, por ejemplo, que uno se encuentra con un fenómeno muy inusual por primera vez, por ejemplo unos círculos de pasto quemado. Hay muchas posibles explicaciones de este fenómeno, algunas bien mundanas, como algún tipo fenómeno atmosférico a otras bien bizarras, por ejemplo que los marcianos las hicieron como señal a la humanidad. ¿Qué explicación deberíamos elegir? Claramente no podemos apelar a ninguna regularidad observada anteriormente, porque en este caso esta es la primera vez que nos enfrentamos con este tipo de fenómeno. Sobre bases puramente inductivas entonces uno debería aguantarse y esperar por más datos antes de hacer un juicio.

Dicho esto, creo que la mayoría de la gente preferiría la explicación más simple y conservadora de este fenómeno a una explicación que implicara un cambio radical en sus creencias. Parece de sentido común explicar este fenómeno en términos de algunas raras condiciones atmosféricas versus pensar que se trata de algún tipo de actividad extraterrestre. Esto refleja el hecho de que en nuestro día a día tendemos a considerar como la mejor explicación de un fenómeno a aquella que, ceteris paribus, es la que más se ajusta con lo que ya creemos. El problema con este tipo de principio regulador de la inferencia abductiva es que no parece una buena razón para pensar que explicaciones conservadoras (en este sentido) son más probablemente ciertas que otras explicaciones menos ortodoxas o más complejas.

En todo caso, las únicas razones que tenenos para pensar que es legítimo usar este "principio regulador" en la inferencia abductiva podrían ser razones inductivas para pensar que la simplicidad y las hipótesis conservadoras nos han servido para llegar a la verdad en el pasado. Parece entonces que si la inferencia abductiva tiene algo de legítimidad, debe ser reducida en un punto a una inferencia inductiva. A pesar de sus diferencias aparentes, entonces, las inferencias abductivas siempre parecen hacer un uso implícito de información adicional o principios reguladores que en el fondo están basados en inducciones. Con esto en cuenta, vale la pena preguntarse si la inducción es una forma legítima de inferencia o no, porque si no lo es, la abducción tampoco lo será (guau, esta es una inferencia deductiva, ¿se dieron cuenta?)

La legitimidad de la inducción fue cuestionada por David Hume. En el fondo, Hume dice que lo único que uno puede dar como soporte de la inducción argumentos inductivos. O sea, que la única razón que tenemos para creer en las inferencias inductivas es que tales inferencias han sido exitosas en el pasado. Pero eso es en si mismo una inferencia inductiva!. Hume concluyó que no hay argumentos no circulares que apoyaran la inducción y por ello no teníamos una buena justificación para usarla.

Una respuesta a esta crítica pasa por decir que en tanto y en cuanto la inducción sirva, no importa mucho si depende de razonamientos circulares o no y podemos pensar que es una forma legítima de inferencia. Este argumento sostiene que la justificación de nuestras creencia pude depender de la obtención de datos (en este caso, en relación al éxito de las inferencias inductivas) sobre los cuales no tenemos real seguridad de saber si realmente los hemos obtenido. Este tipo de razonamiento le disgusta a los llamados internalistas, que piensan que para justificar una creencia uno siempre debe poseer todos los fundamentos necesarios. Pero el problema de los internalistas es cómo explicar como es que nuestras más que extendidas creencias inductivas se justifican dado lo que argumenta en su contra Hume. Parece que estamos atrapados entre dar una justificación "externalista" bastante objecionable o fracasar en nuestro intento de responder al problema que nos plantea Hume.

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