miércoles, abril 27, 2011

Credenciales

Creo que una de las principales debilidades de este gobierno es su capacidad ilimitada para poner gente en cargos para los que no están capacitados. El ejemplo más brutal es el de nuestro canciller, que posee todo tipo de habilidades (extremadamente bien disimuladas, por cierto), pero que como director de relaciones exteriores hace más agua que el Titanic, y para peor parece creer lo contrario.

Pero el pecado no es solo del gobierno: Martín Lousteu publicó hoy en La Nación un artículo defendiendo la capacidad de Mr Kicillof para ser un buen director en Siderar. Lousteau me cae MUY bien, pero el es el ejemplo viviente de que no basta con ser inteligente, articulado y académicamente brillante para hacerse cargo de un rol importante. Y parece no haber aprendido aún la dura lección que le tocó vivir. Veamos qué escribió:

"Pero la postura de parte del sector privado y los medios también desnuda prejuicios, como sucede en el caso de Axel Kicillof y su incorporación al directorio de Siderar. Puedo no coincidir con su visión de la economía, pero se trata de alguien con una excelente formación académica, claramente capacitado para ejercer el cargo para el que se lo postula."

Es probable que la reacción del sector privado sea prejuiciosa. Pero...más allá de sus hermosas notas en la UBA de grado y posgrado, y de ser, aparentemente, un buen profesor, ¿qué habilidades y conocimientos tiene Mr Kicillof para ser director de una empresa siderúrgica que se destaca por tener gente que realmente sabe mucho de su negocio? Por las declaraciones que he leído de este señor, muy pocas. Y por su trayectoria, menos aún (su única experiencia en una empresa relevante es su rol como CFO de Aerolíneas...prefiero ahorrarme los comentarios)
Loustau parece creer, como tanta gente que se mueve en ámbitos académicos, que un buen desempeño académico, o un alto IQ son condiciones necesarias o hasta suficientes para liderar organizaciones. Un error clásico y dramático: hay gente que con excelentes notas le va excelentemente bien en las empresas, pero a otros menos distinguidos les va igual o mejor. Y muy rara vez a alguien extraordinario en lo académico lo acompaña el éxito en las empresas, por razones que es largo para discutir en un blog.

"Entre otras cosas, a la empresa le molestó que en sus declaraciones Kicillof sostuviera que, como empresa transnacional y exportadora, Techint (de la cual Siderar es parte) debería aplicar precios "diferenciados y positivos" para la industria local. Esto significa que debería vender más barato en el mercado doméstico, por lo menos, a ciertos sectores. Más allá de si a priori ello nos suena bien o mal, la pregunta clave es con qué objetivos hacerlo: ¿Para transferir recursos al sector automotriz como se sugirió? ¿Para que haga qué?"

Digamos que proponer que venda más barato al mercado local es IGNORAR cómo funciona el mercado global del acero. Si lo que querés es que baje el costo del acero para la industria local, sería mejor dar un subsidio directo a quienes lo consuman y o reducir a cero las tarifas de importación de acero, de manera tal que compitan los de acá contra cualquier jugador global en condiciones menos desiguales (igual existiría la desigualdad de los fletes y la escala de importación, pero siemrpe los otros te pueden vender a costo marginal). Exigir a que ese subsidio lo pague el productor, por su parte, sería hacer una transferencia directa del productor de acero a sus clientes. En una empresa globalizada como Ternium, cualquier accionista lógico decidiría reducir sus inversiones en un país que le fuerce a hacer tal transferencia...supongo que ese efecto no es lo que deseamos, ¿o si?
No me cabe duda que Kicillof cree que sí, que deben haber precios diferenciados, y que hasta sería mejor nacionalizar el acero. Si tuviera 25 años de experiencia en la industria, podría tener lógica sentar en el directorio a alguien con ese tipo de ideas, porque seguramente las basaría en experiencias concretas (y no sólo en lecturas y ejercicios intelectuales) y hasta podría generar un debate interesante y tener un punto de vista que gente con experiencia tendría interés en escuchar. Pero escuchar eso de alguien que no debe haber visto un laminador en su vida o que tiene que aprender de cero las normas ISO, me parece, al menos, un ejercicio futil.

"En nuestro país se producen aproximadamente 700.000 autos, con una participación de componentes nacionales que apenas es del 30%. De allí que la balanza comercial de ese sector sea deficitaria en seis mil millones de dólares, es decir casi nueve mil dólares por cada unidad fabricada. Podemos y debemos tener una política industrial, pero para llevarla a cabo es preciso observar qué está ocurriendo en el mundo, planificarla en consecuencia y ejecutarla de manera seria. No parece que un asiento en una asamblea pueda reemplazar eso."

Y en esto último, coincido con Lousteau, pero no veo que sea fácil incrementar esa participación. Y de ese 30% que menciona el acero es, precisamente, una de los principales componentes nacionales. La pregunta es, entonces, para que molestar a los que producen localmente, en lugar de lograr más inversión de otros que sólo importan y arman.