Cósimo, uno de los hijos de Giovanni, llevó al banco a su mayor esplendor, con oficinas en más de 10 ciudades de Europa. Además tenían negocios como importadores y comerciantes; pero nunca tuvieron un control tan grande del mercado como el de los Templarios o los primeros banqueros, simplemente porque el negocio se había expandido y había mucha competencia. En cierto modo esto los protegió de tomar riesgos más grandes que sus espaldas. Igual, el banco fue cerrado en 1494 y la familia expulsada de la ciudad; 36 años después regresaron, pero nunca volvieron a ser lo que fueron.
Pero lo interesante de esta historia es que estos y otros banqueros/comerciantes fueron quienes en parte financiaron lo que desde mediados del siglo XIX se conoce como el Renacimiento. Esta gente que era rica pero no noble, cuya fortuna provenía de una actividad desprestigiada y se debía más a su habilidad que a su cuna; cuyo poder residía en sus actividades y no en un mandato divino o la fuerza de las armas. Esta gente naturalmente promovió un arte que empezó a olvidarse del dios cristiano y a enfocarse en el hombre. Un arte más secular aún cuando a veces ocupara las paredes de iglesias y catedrales. Una literatura en la que los relatos religiosos de a poco van dejando lugar a historias de personas, y aún de comerciantes (El mercader de Venecia, quizás el mejor ejemplo). Una arquitectura que buscas sus ejemplos en el mundo antiguo, pre-cristiano, una literatura que se desembaraza del latín y florece en los lenguajes vernáculos. Un mundo que empieza a dejar de mirar al cielo buscando a dios y empieza a ver realmente qué sucede con las estrellas. Un mundo en el que el comercio estimula el uso de la matemática para calcular intereses, descuentos, que incorpora los números arábigos que facilitan las cuentas, que hasta inventa la palabra millón, que elimina el ábaco, que desarrolla el álgebra de fracciones...todo esto para facilitar las cada vez más complejas transacciones comerciales y financieras, preparando las bases para los desarrollos conceptuales de Newton y Leibnitz de un siglo más tarde. Un mundo en el que la matemática empieza a democratizarse, en el que gradulamente el conocimiento se empieza a volver cuantitativo, en el que conocer empieza a implicar medir.
Un mundo, que de la mano de un navegante italiano, de repente se transformará para siempre....