Siempre fui un escéptico. Lo admito. Siempre dudé de que existieran fenómenos no explicables por razones naturales. Esas multiplicaciones de panes, esas curaciones instantáneas, esas apariciones fantasmagóricas se me antojan construcciones de nuestra mente o puro invento de mercachifles.
Pero he sido rebatido. Los milagros existen. Y si no, ¿cómo describir el fenómeno de un chileno diciendo, públicamente, que admira a la Argentina?
Deus ex machina
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