viernes, septiembre 15, 2006
No hay crisis energética
Igual que los niños de 3 años
lunes, septiembre 11, 2006
Me tienen podrido con Jauretche
Lo particular de todo esto es que la inmensa mayoría de esos progresistas son típicos exponentes de la clase media bien comida, que jamás pasaron penuria alguna y cuya afectada postura ¿ideológica? no es más un reflejo de sus sentimientos de culpa de pequeños burgueses. Son el resultado de la evolución del medio pelo que se fascinaba en el cuarenta por Europa y hoy se tatúa al Che en algún lugar bien vivible o defienden a Castro desde sus departamentos de Palermo o mientras se relajan tomando una cerveza importada en algún barcito canchero....
¡Pobre Jauretche! Más allá de que como escritor y pensador no pasó de una oscura medianía, seguramente jamás imaginó que quienes ahora lo citan sin escrúpulos, lucen carteras truchas de Luis Vuitton o acomodan sus sombrillas en Cariló, y son los mismos tontos, pero con otras ideas, que él criticó con ansias durante gran parte de su vida
viernes, septiembre 08, 2006
Preguntas bobas sobre los impuestos
- ¿Por qué se aplica impuesto a las ganancias corporativas? ¿No sería más lógico imponer sólo a los individuos, entre ellos a los accionistas de las empresas? ¿No incentivaría esto más a la inversión? ¿No desincentivaría esto la elusión impositiva de las empresas, mucho más difícil de acorralar que la de los individuos?
- ¿Por qué hay valores fijos para los escalones impositivos en ganancias (e.g. que por encima de tantos mangos pagas tal % de ganancias), que se ajustan cuando los burócratas estatales se acuerdan? ¿No es más lógico que los escalones se definan automáticamente de acuerdo a los percentiles de ingresos (e.g. aquellos montos que están en el top 5%, pagan tal %)?
- ¿Por que hay mínimo no imponible? ¿No es más lógico que todos paguen ganancias, aunque sean centavos, para asegurar que los gobiernos no tomen medidas fiscalmente populistas y para que piensen dos veces antes de subir los impuestos?
¿Será la hora?
miércoles, septiembre 06, 2006
Contra el impuesto a la herencia
Rollo ha tomado posición a favor del impuesto a la herencia. Ese impuesto del que tanto se ha discutido y discute, es un caso de libro de sobre cómo el camino al infierno está asfaltado de buenas intenciones.
Mi primer objeción a ese impuesto es por razones prácticas: quienes tienen muchos activos lo pueden eludir en forma legal a través de variadas estructuras financieras (trusts, etc). O evadir ilegalemente mediante el uso de testaferros, falsos préstamos etc. Y entonces pagan los descendietes de individuos que apenas dejaron unos pocos bienes y no tuvieron acceso a estas estructuras sofisticadas. O sea una redistribución de los algo ricos hacia toda la sociedad.
Pero a esta objeción práctica se la puede rebatir con el argumento sobre la calidad moral de este impuesto y su aparente alineamiento con lo que todos coincidiremos son características de una sociedad justa:
- el bienestar de una persona debería relacionarse con cuánto valor esa persona aporta a la sociedad
- Ese valor depende de su propio esfuerzo, de sus capacidades innatas y de la suerte
- La capacidad y el esfuerzo de sus ancestros no deberían impactar en el bienestar de una persona
Pero estas afirmaciones, razonables y justas, olvidan la razón final de todo comportamiento humano: las motivaciones. Dejenme aclarar a qué me refier0.
¿Por qué una persona querría acumular riquezas en su vida, más allá de las estrictamente necesarias para su supervivencia digna? Obviamente, para satisfacer ciertas necesidades "psicológicas" (ego, autoimagen, autoconfianza etc), y para asegurar el bienestar de su familia, obviamente. Cualquier padre al que le pregunten para que trabaja tanto, o por qué quiere ganar más dinero dirá, como el Diegote, "por los chicos". Casi todo ser humano tiene una propensión natural a desear el bienestar de su descendencia durante su vida y después. Si a partir de mañana se anunciara que todos los bienes que una persona acumula en la vida no estarán disponibles para sus hijos (o para quien quiera) al momento de su muerte, sospecho que se le quitará a mucha gente un incentivo para que vayan un poquito más allá de simplemente asegurar su bienestar en el corto y mediano plazo. ¿Para qué voy a intentar ampliar el taller si con lo que gano estamos bien y si me muero esto se lo lleva el Estado (que es lo mismo que decir un desconocido)?
En economías como la Argentina, además, esa acumulación de bienes excedentes son a veces un sucedáneo de un seguro de vida; el cual no está sujeto al impuesto a la herencia, lo cual es una contradicción a todas luces e implica favorecer al sector financiero por encima de otros sectores. El mensaje es: está bien ahorrar en un seguro, pero mal ahorrar en un departamento. O es mejor poner la plata en un seguro que en otra máquina o un galpón, u otro empleado.
Pero adicionalmente, el impuesto a la herencia destruye la acumulación de riqueza intergeneracional, obligando a barajar y dar de nuevo cada vez que alguien se va para no volver; y si bien no debe existir un sólo estudio que cuantifique esto, tiendo a sospechar que ese tipo de "reshuffling" disminuye la eficiencia de la economía en forma no menor.
Es obviamente antipático ver a descendientes estúpidos de gente piola usufructuando de bienes que ellos no se han ganado. Pero por cada uno de estos, hay otros muchos descendientes que se apalancan sobre estos bienes para llegar más lejos que si hubieran partido de cero.....Y con esto me refiero tanto a casos como los de ciertos empresarios argentinos (Rocca, Pagani, Grobo), como los cientos de miles (millones) de personas de clase media que heredaron el local del padre, o su consultorio y a partir de allí agregaron a la sociedad más valor que el que hubieran agregado de haber empezado de cero, eliminando los costos y riesgos de todo start up.
PS: quien esto escribe tiene un padre que le ha repetido desde su más tierna infancia que la única herencia que recibirá será la educación que me supo proveer con sus esfuerzos; decisión que agradezco cada día de mi vida y que considero la mejor de todas las herencias posibles. Pero esta decisión de mi padre es eso, una decisión (a la que el país hace fácil cumplir, desde luego), y considero inadmisible que el Estado se asigne el derecho de decidir por nosotros......
martes, septiembre 05, 2006
Elitismos
Por eso creo que mejorar la educación universitaria no pasa necesariamente por aumentar el presupuesto (lo cual sería bienvenido en otro contexto) sino en hacer que el sentido común vuelva a reinar en la política universitaria.
Porque estamos ante un problema eminentemente político, en el sentido amplio: es un tema de ideologías e ideales. Nuestras universidades no producirán graduados de excelencia consistentemente hasta tanto no mejoremos su calidad educativa y su capacidad de investigación. En general, no es bueno separar la investigación de la docencia, aunque sea porque ambos florecen en un entorno en la que la ciencia, la erudición y el arte son valuados como intrínsecamente buenos y en donde se presume que hay una búsqueda constante de ideas nuevas y hasta revolucionarias.
Pero hay razones más serias que afectan la calidad de nuestras universidades. El concepto de aprender, la adquisición del conocimiento y el ejercicio de la creatividad dentro de los límites fijados por la evidencia y la razón se han devaluado en nuestro país con mayor velocidad que nuestras sucesivas y fallidas monedas. Para ver por qué sucedió esto basta con observar el estado de la educación secundaria.
Hay una contradicción entre el deseo de que todo el mundo acceda a la educación universitaria y el deseo de hacer a la educación el medio por el cual sus estudiantes se capaciten adecuadamente para ganar su sustento usando sus habilidades y contribuyendo a la economía del país.
Porque el problema no son aquellos afortunados que acceden a la universidad y logran graduarse a pesar de todas las dificultades que el sistema les impone. El problema son todos aquellos que nunca ingresan a la universidad o que ingresan para abandonar a los pocos o muchos años sin poder terminar la carrera, a los cuales el colegio secundario no les provee de nada de valor para su vida. El escándalo es que muchos de esos graduados del secundario, a los que la universidad acepta sin demasiados reparos, no están siquiera capacitados para escribir inteligiblemente, leer críticamente o pensar en forma analítica. El título secundario claramente no sirve como preparación para muchas carreras universitarias. Pero hacer más exigente al secundario, o incorporarar exámenes que diferencien a los talentosos del resto sería crear una elite intelectual; y esto no es viable en el clima político preponderante.
Este horror por las elites reside en el corazónde nuestro problema universitario ¿Pero cómo podemos pretender que nuestras universidades sean de excelencia si no pensamos que las mismas deben ser a la vez elitistas? Cualquier persona racional aceptaría como una verdad elocuente que no todo el mundo puede ganar un Nobel. Pero aceptando esto, mucha gente aún cree que todo el mundo, sin importar su talento, debe tener la chance de ser profesional.
Esto es moralmente inobjetable, pero no significa que todos deban ir a la universidad. Lo que significa es que todos, desde los 4 o 5 años de edad deben recibir una educación que los habilite a ejercitar sus talentos excepcionales, de tenerlos. Esto a su vez implica que si hay individuos académicamente sólidos, deben recibir herramientas tales como el dominio del lenguaje y de la argumentación racional, con las que podrán progresar y deben pasar exámenes que les permitan demostrar cuán buenos son en sus respectivos talentos.
Debemos ser capaces como sociedad de escapar de la confusión entre discriminación social y discriminación intelectual.
En todo caso, no podemos esperar que nuestras universidades mejoren si su tarea consiste en proveer a los estudiantes de los conocimientos y habilidades básicas que debieron haber recibido en la educación primaria y secndaria. A los 18 años, los estudiantes deberían tener si no una pasión por aprender (la cual es sin duda poco usual), al menos la habilidad para seguir y beneficiarse de un programa académico, el cual le será de utilidad en cualquiera sea la profesión que elijan. Y de esa forma sentirán respeto por la tarea de aprender y por las instituciones donde ese aprendizaje se lleva a cabo.
lunes, septiembre 04, 2006
Mukombo, o la nostalgia africana
La historia de todas las colecciones de figuritas que han existido hasta nuestros días es la historia de las figuritas difíciles. Esos ignotos fullbacks de Banfield, o aquella formación de Independiente de Mendoza, con sus casacas negras y sus miradas vacías de gloria. Su valor se definía por su escasez: puedo hoy decir que todo lo que aprendi de Economía lo aprendí en esos mercados informales del recreo largo o de la esquina de casa, en los que las figuritas cambiaban de dueños a precios definídos por su escasez relativa; o en ese casino loco de espejitos y chupi, donde rifabas tu colección a la humedad de la palma de tu mano o a los giros siempre inciertos de las figuritas apuntadas hacia los "espejitos" que se ponían parados en la pared.....
Sin embargo Mukombo no era difícil: era imposible. Su ausencia lo definía; Mukombo no era una figurita, era un espacio siempre vacío en el album; no era un jugador africano, era la nostalgia de lo que nunca sería.
Mukombo....en mi imaginación afiebrada su figura se engrandecía; qué me importaba tenerlo a Wolf, a Muller, a Cruyff, al esquivo Rivelinho, si Mukombo me faltaba.....
¡Qué infantil fortuna habré derrochado en la inútil búsqueda de ese tres esquivo! ¡Cuántos chocolatines Jack habré dejado de comer por comprar unos sobres más, ante la seguridad de que finalmente lo encontraría! ¡Cuántos Carnevalis, cuántos Bojicevic pasaron por mis manos vacías de Mukombos....!
El tiempo pasó, pero su nombre y la frustración de su ausencia quedaron grabados a fuego en mi memoria. Su nombre me sabe a hierba, a la hierba de los estadios de Alemania 74 que vieron, fugazmente, pasear su figura gracil, su estampa de crack del Africa profunda, su aguerrido perfil de marcador lateral izquierdo.
Finalmente, 31 años después un amigo me confesó, atribulado de culpa, que en esos mercados del patio del cole rifó ese sueño color chocolate por el insulso de Fillol (que para peor fue suplente ese año). ¿Qué coraza puede protegerte, barrilete cósmico? Nunca más cierto el aforismo: errare humanum est...
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Mwanza Mukombo nació el 17 de diciembre de 1947 en el entonces Congo Belga. En la copa de Alemania 1974 jugó los tres partidos de Zaire con la camiseta número 3. Su equipo recibió 14 goles y no convirtió ninguno. El equipo formaba Kazadi, Mwepu, Mukombo, Buhanga, Lobilo, Kilasu, Ndaye, Mana, Kembo, Kidumu y Kakoko (qué formación señores, qué formación).
Sin embargo vive en el recuerdo de muchos niños de entonces por la contradictoria cualidad de haber sido la figurita difícil por antonomasia, la Imposibilidad platónica, la primera enseñanza de que en la vida hay cosas que estarán siempre más allá de nuestros deseos......
viernes, septiembre 01, 2006
Circularidades
Cualquier persona mínimamente lúcida entiende que ninguna empresa gana en una sociedad con excluidos. Y cualquier estudiante de 2do grado maneja la capacidad de cálculo necesaria para entender que si los servicios que brinda el estado en forma gratuita fueran brindados eficientemente esto redundaría en un menor costo para los trabajadores y por ende en una menor propensión a pedir mayores salarios (o en una mayor capacidad de consumo o de ahorro).
El problema es que lo que en teoría es así, en la práctica se ve distorsionado por la inacabable capacidad del estado argentino para malgastar los recursos fiscales, para asignarlos erróneamente y para quedarse con vueltos exorbitantes. Dado que esta incapacidad del estado para usar bien los recursos fiscales termina resultando en servicios públicos deficientes que no reducen los costos reales de los trabajadores o los reducen de una forma menos eficiente que un subsidio directo, y dado que esta ineficiencia parecería ser una característica intrínseca del estado, es lógico que mucha gente encuentre allí la excusa para evadir los impuestos con una menor carga de culpabilidad.
¿La solución? en lugar de que el estado brinde servicios gratuitos o subsidiados a todo el mundo, ricos y pobres, (estupidez de la que solo podemos excusarnos por estar acostumbrados, pero cuya inmoralidad es solo superada por su irracionalidad), dejemos que los privados den los servicios a precios de mercado y demos subsidios directos a aquellos que los necesiten. De esa forma el dinero va directo a quien lo necesita sin pasar por los intrincados laberintos de las estructuras públicas, en cuyas fisuras tiende a disiparse, y en cuyos mecanismos su traslado hasta el usuario final se ralentiza hasta detenerse en algún bolsillo impropio.
Detrás de la evasión hay una sospecha de ineficiencia y robo. Quitemosle esa excusa a los evasores.