El término imperialismo sólo entró en el vocabulario socioeconómico hacia el 1900. J.A. Hobson, un intelectual inglés de comienzos del siglo XX desarrolló y popularizó el término imperialismo en su sentido actual, a travès de su libro Imperialism, de 1902. Su teoría era que el imperialismo era consecuencia directa de que las industrias de los paìses centrales producían más de lo que sus poblaciones podían consumir y por ende debían exportar capitales para asegurar mayores tasas de retorno. Todo su argumentación estaba teñida, incidentalmente, de un marcado antisemitismo y tenía el formato de teoría conspirativa, en la que los únicos ganadores eran los capitalistas financieros, que hacían sufrir a sus connacionales y a los habitantes de los países más pobres, lo que tendía a producir guerras entre imperios competitivos.
Hobson definió el imperialismo como el uso de la maquinaria del gobierno por los intereses privados , principalmente capitalistas, con el objeto de asegurar para ellos ganancias económicas en el extranjero. Esta idea, con su componente conspirativo, fue rápidamente adoptada por los marxistas, y en 1916 Lenin escribió su ya clásico mamarracho "El imperialismo, fase superior del capitalismo", al cual aún hoy, sin siquera saberlo, rinden tributo nuestros despistados y a veces poco instruídos progresistas.
A partir de ese libro, el análisis del fenómeno colonial fue reducido a eslóganes, simplificando sus características económicas y morales ,y certificandolo siempre y en todo lugar como intrínsecamente malvado.
Por supuesto, las teorías de Hobson y Lenin, basadas en cosmovisiones deterministas no se ajustaban a la realidad. El sobre ahorro y subconsumo si representaban la última fase del capitalismo no podían explicar a los muchos imperios de la antigüedad. En 1919 Schumpeter publicó Sobre la Sociología del Imperialismo y argumentó, con bastante razón, que el imperialismo moderno era un fenómeno atávico y que el capitalismo florecía precisamente en condiciones de paz y libre comercio y no en medio de guerras y proteccionismo, siendo estas últimas, precisamente, las condicciones que los teòricos de biblioteca del marxismo asumían como condiocines necesarias de todo imperio .
La historia nos muestra que los imperios tuvieron muy distintos orígenes y motivos. Algunos imperios modernos florecieron debido a la presión de las clases militares, como en el caso de Japón y Francia. Y en América Latina el capitalismo fue posterior al colonialismo español, y fueron los “capitalistas” quienes formaron parte de las alianzas sociales que terminaron con ese colonialismo imperial. China, Turquía, Egipto, Etiopía, Burma, Persia eran sobrevivientes de antiguos imperios. La teoría conspirativa determinista no podía ni siquiera comenzar a explicar todos estos casos, lo cual tampoco era relevante para los cultores de ideologías como el marxismo, tan cercanas a la religión.
Pero el principal problema de esta teoría del imperialismo es el supuesto de que las colonias proveen de altas tasas de retorno para el capital excedente de los centros coloniales. Esto es y fue siempre una fantasía. Las colonias en zonas tropicales fueron mayormente consumidoras de capital y pocas veces produjeron retornos positivos a las inversiones realizadas. En el caso de la Argentina, las inversiones inglesas durante todo el siglo XIX dieron una tasa de retorno negativa, ayudada por la crisis del 1890/91. en general los centros coloniales simplemente decidían inversiones con muy poca información, combinada con una cuota de pereza intelectual que en general terminaba en pérdidas sustanciales. No había ninguna conspiración o plan colonial global.
Hubieron colonialistas librecambistas, como los ingleses, los holandeses y los belgas, y proteccionistas, como los franceses, los españoles, los italianos, los portugueses y los yanquis. Pero lo que no hubo fue un patrón común que definiera al colonialismo. Muchas veces el colonialismo trajo ventajas para los territorios coloniales, y la supuesta explotación de sus recursos por parte de las colonias reemplazó a la agricultura de subsistencia y al microimperialismo de los pequeños jefes tribales, como en el caso del este del Africa. Y en general, las colonias que desarrollaron fuertes explotaciones de recursos naturales, una vez lograda su independencia mantuvieron e incentivaron el mismo tipo de explotación, siendo Australia y Nueva Zelandia los ejemplos más paradigmáticos de esto (y no les ha ido mal en términos de desarrollo, no?)
El exceso de capital, las altas tasas de retorno, solo existieron en la mente de los teóricos de estas ideas. La realidad en general fue de baja inversión, bajos retornos, bajos salarios, baja productividad.
El colonialismo sí fue una fuente inagotable de grandiosidad visual, uniformes, banderas, desfiles y ceremonias. Paradójicamente quienes más copiaron y abusaron de esta carácterística de los imperios coloniales fueron algunas excolonias, cuyos pintorescos líderes competían por tener el unifome más ridículo y….los países comunistas! Cuando uno ve esos desfiles, las banderas al viento, las gigantografías de los líderes, es imposible evitar el paralelismo con los imperios de todos los tiempos……
1 comentario:
Excelente
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