Argentina viene creciendo fuerte. Las estadísticas muestran buenos niveles de inversión sobre PBI. El Gobierno va a llenar la Plaza de Mayo. Y entonces hoy, en medio de esta euforia inducida, me permito ser escéptico. Que cualquiera lo es cuando las cosas van mal, pero pocos se animan a serlo cuando todo parece ir viento en popa.
Me preocupa la inflación. No mucho, porque tenemos superavit fiscal, pero me preocupa, porque al menor cambio del viento, se puede transformar en una pesadilla para las arcas fiscales, para la competitividad del país y para todos nosotros
Me preocupa la falta de inversión. Más allá de las estadísticas, los empresarios del mundo real están retrasando todo lo que pueden el poner algo de plata real en este país. Y eso, más temprano que tarde nos va a pegar. Y muchos sectores, potencialmente grandes inversores, no tienen suficiente retrono sobre el capital para poder invertir rentablemente, aunque están ganando plata (pienso en utilities)
Me preocupa la idiotez, la indolencia intelectual, la indiferencia por el largo plazo. La que nos hace ignorar el hecho de que vamos a tener un problema energético más temprano que tarde, y en lugar de pensar como resolverlo, cerramos los ojos. Y el problema se va a resolver sólo, en forma dolorosa y abrupta si no nos movemos pronto.
Por eso, en estas jornadas de inducido optimismo, me declaro tibiamente escéptico
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