miércoles, mayo 10, 2006

USA, primavera del 2006

En Washington DC, un taxista sirio me da una prédica sobre la unión de los países subdesarrollados contra el imperio americano. Se declara admirador de Chávez, y dice que todos nuestros países son iguales, llenos de gobernantes corruptos. Le pregunto por qué vive allí, y me dice que es un buen lugar para vivir. Le pago US$ 55 dólares por el viaje y me bajo en mi hotel.

NY, La Guardia, un taxista me ofrece un shared ride al Midtown por US$35. Acepto y comparto el viaje con dos canadienses francophones. El taxista resulta ser argentino, con 41 años en NY, y el viaje un recorrido por su vida. Me hace chistes en porteño con remates neoyorkinos. Putea como cualquier taxista de NY, se rie canchero como un hijo de Buenos Aires, habla de la vieja, se irrita ante problemas menores, lleva un badge de la NYPD para el caso de tener que abalndar a un cana, me deja en el hotel y me promete devolverme mañana al aeropuerto a las 10:15 sharp. Nunca había conocido a alguien tan de allá que fuera tan de acá

Un café con un bagel...casi 8 dólares, pero el cream cheese es gratis. Alabemos al Señor!

El café de Starbucks me sigue gustando, pero el capuccino large solo tiene dos shots de cafe, lo que lo vuelve técnicamente una lágrima bajo un manto de espuma.

O Hare, Chicago: Llego dos horas antes al aeropuerto para evitarme sobresaltos. Voy a los counters de chequeo automático, pero el sistema no reconoce mi reserva. Hago gestos desperados para atraer la atención de uno de los pocos agentes humanos que revolotean detrás de los mostradores. Finalmente me atiende una señora a la que el Prozac no le ha dado resultado. Con cara de "cagaste" me dice que mi reserva is all messed up y que tenía que dirigirme a otro mostrador, donde un agente me ayudaría.
La cola para el otro mostrador era de 50 metros, llenos de gente ansiosa y repletas de equipajes. La fila avanza lentamente; tardo 30 minutos en ser atendido. El agente, un latino con muy bajo nivel de energía, me cuenta que el sistema dio de baja mi reserva y que si bien puede subirme al vuelo a DC, no hay lugar para el vuelo a BA.....Pongo mi mejor cara de solidaridad latinoamericana, el tipo hace un par de llamados y finalmente aparece un lugar. Después, la tortura exasperante de la seguridad, y llego corriendo al gate de mi vuelo cuando están llamando a los últimos pasajeros.

Hace 15 años el servicio en USA era espantoso; hace 8 era mínimamente bueno en todos lados; ahora noto una clara segmentación, una vuelta a la cara de culo en los lugares más baratos, y una excelencia total allí donde la billetera sangra de tanto pagar

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